jueves, 5 de septiembre de 2019

Santa Rosa de Lima



Flores de Oliva nació en Lima, en 1586, y fue la primera mujer americana declarada santa por la Iglesia católica. La bautizaron como Isabel, pero su madre -al ver que con el paso de los años su rostro se volvía sonrosado- la empezó a llamar con el nombre de Rosa.

Por sus milagros, Santa Rosa es Patrona de las Filipinas, Patrona de las Armas de Argentina y del Paraguay. En Perú, también es Patrona de la Policía Nacional, de las enfermeras, Cáritas de Lima, de los mineros y las guías scouts del Perú
La historia cuenta que antes de ser canonizada, en 1671 por el Papa Clemente X, Santa Rosa fue proclamada ‘Santa del Perú’, en 1669, y ‘Santa del Nuevo Mundo y de Filipinas’, en 1670. Desde entonces, es conocida en Filipinas como ‘Santa Rosa Laguna’, y es venerada por sus apariciones durante la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. El Papa Inocencio IX expresó que posiblemente en América no hubo un misionero que con sus predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración.

Esta santa limeña pasó los tres últimos años de su vida ayudando en el servicio del hogar de don Gonzalo de Massa, un empleado del Gobierno, cuya esposa le tenía mucho cariño.  Confirmada por Santo Toribio de Mogrovejo. Falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años.
Hoy en día, Santa Rosa de Lima está en las redes sociales. Además, sus devotos cuentan con un buzón virtual,

                               INDAGACIONES SOBRE  SANTA ROSA
Existe una anécdota que cuenta que ya molesta y cansada de que le dijesen cosas por su belleza, fue cuando en la calle un hombre le hizo un comentario acerca de su belleza, ella muy molesta se fue directamente a donde residía y decidió cortar su cabello y lanzó pimienta a su rostro para que ya más nadie la viese. Rosa de Santa María rechazó a todo aquel que le propuso matrimonio, ella  prefería pasar horas y horas estudiando y aprendiendo del Sagrado Sacramento.
Pasó varios años instruyéndose en la materia religiosa y estudiando diariamente sus deberes, ya que, su objetivo principal fue convertirse en monja,  un día en oración pidió a Dios si quería que sea monja, al terminar su oración   ella no pudo ponerse en pie, pidió ayuda a su hermano y tampoco pudo levantarla, entonces ella oró, - ¡Oh madre celestial si Dios no quiere que me vaya a un convento desistio de esa idea!.  Recuperó  la movilidad y se pudo levantar.  Posteriormente  realizó los votos de virginidad, Rosa de Santa María decide pues ingresar a la Tercera Orden de Santo Domingo,  fue laica y no religiosa, vestía con túnica blanca y manto negro  e imito a  Santa Teresa de Siena. Construyó junto a su hermano quien siempre la apoyó desde niños, una ermita, sitio ubicado justo al lado del huerto de su casa, desde allí se encargó de proteger a los indígenas, negros y enfermos que acudían a ella en busca de su ayuda.
Entre las actividades que realizaba como ser humano, sólo se permitía descansar dos horas al día para estar disponible siempre para los demás. Se comenta que utilizaba una corona de espinas de plata como la de Jesucristo.
Transformó una de las habitaciones de su casa como recibidor de enfermería para los enfermos, en donde nunca se distinguió a ninguno por su raza o condición social. 

Cuenta la leyenda que el milagro más conocido y que motivó para que la nombraran como santa fue que Clemente X, asombrado por oír todas las historias de Isabel Flores, reclamó: “¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi escritorio si es verdad”. Al instante, una fragante lluvia de rosas cayó sobre la mesa del Papa quien así aprobó su canonización.

Según cuenta la leyenda, la casa de Santa Rosa tenía una especie de huerto, con charcos y acequias. Naturalmente, esto atraía a una gran multitud de mosquitos, que no paraban de importunar a la mística mientras oraba.
Cuando decidió construir una ermita en esos terrenos, llegó a un acuerdo con los molestos animales: ella prometía no molestarlos y ellos harían lo mismo con ella. Desde ese momento los mosquitos convivieron tranquilos y respetaban las oraciones de la santa.
Un día apareció por el huerto una amiga de la Santa, la beata Catalina, a quien  los mosquitos no respetaron y ella mató a uno de un manotazo.
En ese momento Rosa impone la paz. Pide a la beata que no vuelva a matar a ninguno y a los mosquitos que no piquen de nuevo a su amiga:
-“Déjalos vivir, hermana: no me mates ninguno de estos pobrecitos, que te ofrezco no volverán a picarte, sino que tendrán contigo la misma paz y amistad que conmigo tienen”.
Diferente fue el caso de otra beata, Francisca Montoya. Esta ni siquiera se atrevía a acercarse al huerto por miedo a la multitud de mosquitos que allí se habían instalado.
Parece que a la Santa no le gustaron tales prevenciones, así que decidió mandarle un castigo. Eligió a tres mosquitos y les pidió que fueran a picar a la beata:
“Pues tres te han de picar ahora —le dijo Rosa—, uno en nombre del Padre, otro en nombre del Hijo y otro en nombre del Espíritu Santo”.

Fuente: Palma Ricardo, Tradiciones peruanas. Adaptación  Miriyam Centurión Silva

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