Flores de Oliva nació en Lima,
en 1586, y fue la primera mujer americana declarada santa por la Iglesia
católica. La bautizaron como Isabel, pero su madre -al ver que con el paso de
los años su rostro se volvía sonrosado- la empezó a llamar con el nombre de
Rosa.
Por sus milagros, Santa Rosa es Patrona de las Filipinas,
Patrona de las Armas de Argentina y del Paraguay. En Perú, también es Patrona
de la Policía Nacional, de las enfermeras, Cáritas de Lima, de los mineros y
las guías scouts del Perú
La historia cuenta que antes de ser canonizada, en 1671 por el
Papa Clemente X, Santa Rosa fue proclamada ‘Santa del Perú’, en 1669, y ‘Santa
del Nuevo Mundo y de Filipinas’, en 1670. Desde entonces, es conocida en
Filipinas como ‘Santa Rosa Laguna’, y es venerada por sus apariciones durante
la ocupación japonesa en la Segunda Guerra Mundial. El Papa Inocencio IX
expresó que posiblemente en América no hubo un misionero que con sus
predicaciones haya logrado más conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con
su oración.
Esta santa limeña pasó los tres últimos años de su vida
ayudando en el servicio del hogar de don Gonzalo de Massa, un empleado del
Gobierno, cuya esposa le tenía mucho cariño. Confirmada por Santo Toribio
de Mogrovejo. Falleció el 24 de agosto de 1617, a los 31 años.
Hoy en día, Santa Rosa de Lima está en las redes sociales.
Además, sus devotos cuentan con un buzón virtual,
INDAGACIONES
SOBRE SANTA ROSA
Existe una anécdota que cuenta que ya molesta
y cansada de que le dijesen cosas por su belleza, fue cuando en la calle un
hombre le hizo un comentario acerca de su belleza, ella muy molesta se fue
directamente a donde residía y decidió cortar su cabello y lanzó pimienta a su
rostro para que ya más nadie la viese. Rosa de Santa María rechazó a todo aquel que le propuso matrimonio,
ella prefería pasar horas y horas
estudiando y aprendiendo del Sagrado Sacramento.
Pasó varios años instruyéndose en la materia religiosa y
estudiando diariamente sus deberes, ya que, su objetivo principal fue
convertirse en monja, un día en oración
pidió a Dios si quería que sea monja, al terminar su oración ella no
pudo ponerse en pie, pidió ayuda a su hermano y tampoco pudo levantarla, entonces ella oró, - ¡Oh madre celestial si Dios no quiere que me vaya a un convento
desistio de esa idea!. Recuperó la movilidad y se pudo levantar. Posteriormente realizó los votos de virginidad, Rosa de Santa
María decide pues ingresar a la Tercera Orden de Santo Domingo, fue laica y no religiosa, vestía con túnica
blanca y manto negro e imito a Santa Teresa de Siena. Construyó junto a su
hermano quien siempre la apoyó desde niños, una ermita, sitio ubicado justo al
lado del huerto de su casa, desde allí se encargó de proteger a los indígenas,
negros y enfermos que acudían a ella en busca de su ayuda.
Entre las actividades que realizaba como ser humano, sólo se
permitía descansar dos horas al día para estar disponible siempre para los
demás. Se comenta que utilizaba una corona de espinas de plata como la de Jesucristo.
Transformó una de las habitaciones de su casa como recibidor
de enfermería para los enfermos, en donde nunca se distinguió a ninguno por su
raza o condición social.
Cuenta la leyenda que el milagro más conocido y que motivó
para que la nombraran como santa fue que Clemente X, asombrado por oír todas
las historias de Isabel Flores, reclamó: “¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que
llueva flores sobre mi escritorio si es verdad”. Al instante, una fragante
lluvia de rosas cayó sobre la mesa del Papa quien así aprobó su canonización.
Según cuenta la leyenda, la casa de Santa Rosa tenía una
especie de huerto, con charcos y acequias. Naturalmente, esto atraía a una gran
multitud de mosquitos, que no paraban de importunar a la mística mientras
oraba.
Cuando decidió construir una ermita en esos terrenos, llegó a
un acuerdo con los molestos animales: ella prometía no molestarlos y ellos
harían lo mismo con ella. Desde ese momento los mosquitos convivieron
tranquilos y respetaban las oraciones de la santa.
Un día apareció por el huerto una amiga de la Santa, la beata
Catalina, a quien los mosquitos no
respetaron y ella mató a uno de un manotazo.
En ese momento Rosa impone la paz. Pide a la beata que no
vuelva a matar a ninguno y a los mosquitos que no piquen de nuevo a su amiga:
-“Déjalos vivir, hermana: no me mates ninguno de estos
pobrecitos, que te ofrezco no volverán a picarte, sino que tendrán contigo la
misma paz y amistad que conmigo tienen”.
Diferente fue el caso de otra beata, Francisca Montoya. Esta
ni siquiera se atrevía a acercarse al huerto por miedo a la multitud de
mosquitos que allí se habían instalado.
Parece que a la Santa no le gustaron tales prevenciones, así
que decidió mandarle un castigo. Eligió a tres mosquitos y les pidió que fueran
a picar a la beata:
“Pues tres te han de picar ahora —le dijo Rosa—, uno en nombre
del Padre, otro en nombre del Hijo y otro en nombre del Espíritu Santo”.
Fuente: Palma Ricardo, Tradiciones peruanas. Adaptación Miriyam Centurión Silva
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